Al iniciarse la última década del siglo XVIII, los bárbaros Montaraces del Chaco renovaron sus ataques a la Ciudad de Santa Fe y sus poblaciones del norte, sobre las que caían sorpresivamente, robando y matando, por lo tanto fue preciso establecer en su defensa una nueva línea de frontera en ese rumbo más avanzada y mejor guarnecida.
Para ello se dispuso ubicarla a la altura de los 30º 30' de latitud, más o menos. Comenzaba en San Javier, reducción de Indios mocovíes, continuaba por San Pedro que también era reducción indígena, luego por el Fortín Almagro sobre el Saladillo Dulce, el fuerte Nuestra Señora de la Soledad (Alias Arredondo) en la confluencia de los arroyos San Antonio y Arizmendi en el río Salado, el fuerte de Melo en la cañada de los Ejes y por último el fuerte de la Virreyna en Unchales (Actual Sunchales).