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sábado, 12 de diciembre de 2009

Soledad, Santa Fe, Argentina: Origen

Al iniciarse la última década del siglo XVIII, los bárbaros Montaraces del Chaco renovaron sus ataques a la Ciudad de Santa Fe y sus poblaciones del norte, sobre las que caían sorpresivamente, robando y matando, por lo tanto fue preciso establecer en su defensa una nueva línea de frontera en ese rumbo más avanzada y mejor guarnecida.
Para ello se dispuso ubicarla a la altura de los 30º 30' de latitud, más o menos. Comenzaba en San Javier, reducción de Indios mocovíes, continuaba por San Pedro que también era reducción indígena, luego por el Fortín Almagro sobre el Saladillo Dulce, el fuerte Nuestra Señora de la Soledad (Alias Arredondo) en la confluencia de los arroyos San Antonio y Arizmendi en el río Salado, el fuerte de Melo en la cañada de los Ejes y por último el fuerte de la Virreyna en Unchales (Actual Sunchales).

La construcción y dotación de esta linea correspondió al Capitán de Dragones Don Prudencio María Gastañaduy , nombrado por el virrey Don Nicolás de Arredondo, Comandante de Armas de Santa Fe.
Desde que tomó posesión de su cargo, el 4 de marzo de 1793 se preocupó especialmente por la realización de esa obra concurriendo a ella con su asistencia personal y su contribución pecuniaria , de tal modo, que a los pocos meses la tuvo concluida, pese a la magnitud de la misma y a las dificultades desde todo orden con que tropezaba dejando así bien establecida esta línea de frontera, asegurando un servicio permanente de vigilancia sobre la base de las compañías de blandengues.
Se ganó la confianza del indio y sometió a varios caciques entre ellos al gran Evancoirí que lo secundó en su obra.
Es así como a este ilustre comandante le cupo la responsabilidad de la traslación y construcción del que fuera el gran fuerte de Nuestra Señora de la Soledad (Alias Arredondo), actualmente localidad de SOLEDAD, terminado en el mes de Julio de 1793, probablemente día 2.
Este nombre deriva de una devoción a la virgen María e indudablemente fue impuesto por el mismo Gastañaduy, lo mismo que la segunda denominación, Arredondo, nombre del virrey que en ese momento gobernaba el Río de la Plata. casi todos los fuertes tenían entonces dos nombres, uno corriente y por el que eran más comunmente conocidos y otro de alguna personalidad del Gobierno.
Este como todos los fuertes levantados por Castañaduy estaba construído de ladrillo cocido y dotado de las características de las verdaderas fortalezas: baluarte, estacadas, mangrullo, o atalaya, cuadras para las tropas, viviendas de oficiales, guardia, sala de banderas y hasta capilla.
Abarcaba una basta extensión que dominaba una altura entre los Valles del Arroyo San Antonio al norte del Arizmendi al sur.
En su construcción colaboraron los indios del cacique Evancoirí señor de la región, que prestó toda su ayuda a Castañaduy en la instalación de la nueva linea.
Es muy posible que todas las fortificaciones que se construyen por ese entonces en el virreinato hayan respondido a un mismo plano y a las mismas características, si así fuera, el fuerte Nuestra Señora de la Soledad, tendría la misma fisonomía que el de la Enseñanza de Barragán (Pcia de Bs As) que aún se mantiene en pie y que se construyó más o menos en la misma época.
Al poco tiempo de construirse esta línea de frontera un gran malón avanzó sobre los fuertes de Nuestra Señora de la Soledad y Feliú, con los pocos blandengues que disponía en ese momento y los indios de los caciques Evancoirí y Corregidor (de San Javier), Gastañaduy organizó la defensa, adelantándose llegó al campamento de los montaraces, con su ayudante mayor Martín F. de Larrachea y Don José Echagüe y les intimó la rendición que obtuvo con su sola presencia.
Así, con su valor personal, alcanzó la reducción de los tres caciques más bravíos del Chaco. Con ellos y sus Nazarenos de Inispín. (Estín actual).
De esta manera Gastañaduy aseguró la paz en esta región. Así las Naciones indígenas Abipona y Mocoví ,azote del norte santafesino, se hallaron sometidas en cuatro reducciones: San Gerónimo, San Javier, San Pedro e Inispín.
Tal era la situación de esta frontera al comenzar el siglo XIX y en momentos en que se produce la Revolución de Mayo.
Este acontecimiento tendría hondas repercusiones en la lucha con el indio en todas las fronteras. Las fuerzas militantes que guarnecían los fuertes y fortines debieron pasar a integrar los ejércitos libertadores , desmantelándose de esta forma las lineas de defensa, quedando éstas a merced del saqueo indígena.
Como balance de tal desorden y anarquía resultó que al cabo de casi un siglo, las fronteras habían retrocedido en todas sus líneas o a lo sumo se mantenían donde se encontraban al finalizar el virreinato y la dominación española. Grandes extensiones volvieron a despoblarse. Se interrumpieron las comunicaciones; decayó el comercio; el bienestar y la prosperidad de Santa Fe se perdieron con las campañas guerreras de la independencia y con las luchas civiles de nuestra provincia.
Al pasar Belgrano por Santa Fe en su expedición al Paraguay llevó consigo a los blandengues que defendían la línea de frontera.
Los fuertes quedaron prácticamente desguarnecidos. Poco a poco los pobladores que se habían establecido a su amparo, los fueron abandonando; retirándose a la ciudad o a parajes menos expuestos a los malones.
De esta manera a partir de 1810 comenzó la despoblación y desmantelamiento de la línea de fuertes de la frontera norte que en pocos años más quedaron sus ruinas recordando años de permanente vigencia.

LA COLONIZACION:
Así pues, dicho fuerte, el de Nuestra Señora de la Soledad, impuso al lugar su propio nombre, que se llamó SOLEDAD, desde entonces, tal como lo documenta la ley provincial de 20 de agosto de 1866, por la que se destinaban para colonización 22 leguas cuadradas de tierra en ese paraje y se mandaba fundar un pueblo en la Soledad.

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