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martes, 10 de enero de 2012

Se cumplen 39 años del tornado en San Justo.

Foto: sanjustoylaweb
Fue un 10 de enero de 1973. El tornado, calificado de categoría EF5 (la más alta en la escala Fujita), es el único de tal magnitud jamás registrado en Sudamérica.


Es de gran utilidad destacar fragmentos de la cobertura realizada por el periódico “San Justo en la Noticia”, de ese mismo día.  
En el mismo decía: “… poco antes de la hora 14, una nube azul oscuro, en forma de cono invertido, avanzaba desde el norte a inusitada velocidad, no obstante el leve viento sur que en esos momentos soplaba. La nube se detuvo poco antes de la ciudad. Luego prosiguió su marcha lentamente, hasta unirse con otra, de color rojizo que venía desde el sur…”
 “Cuando ambas nubes se unieron fue el principio del fin. Se observó el movimiento de rotación violentísimo ….”.   “El ruido -pero multiplicado por mil- era el que produce un tren de pasajeros cuando llega frenando a la estación”.
“Un automóvil apareció en el primer piso del Residencial California, un caballo sobre el techo de una casa, muerto, a muchas cuadras del lugar donde estaba comiendo, y las personas sin vida a considerable distancia del fenómeno”.  
El tornado comenzó a las 14, y duró apenas cinco minutos; pero bastó para destruir más de 400 viviendas en una franja de 2.000 metros de largo por 300 de ancho.
Fue destacable la labor de José Delfor Barreto, radioaficionado de San Justo que sirvió como único nexo, entre la zona del desastre y la Jefatura de Policía, debido a la falta de contacto telefónico.   También las donaciones recibidas desde todo el país, e incluso países vecinos, fueron agradecidas por la población, que sacó fuerzas para reconstruir las grandes pérdidas. 
El fenómeno se abatió contra la ciudad de San Justo, en el centro-este de la provincia de Santa Fe, el 10 de Enero de 1973, causando 63 muertes y más de 200 heridos, sin contar los millones de dólares en pérdidas materiales.   El tornado destruyó el 80% de la ciudad, dejando a su paso una estela de destrucción, escombros e incluso vehículos que caían del cielo luego de ser succionados por el embudo.
Pero, antes de entrar en detalles con los daños y pérdidas que se produjeron, es importante destacar los momentos previos al tornado, y la situación general antes de que se desatara la tragedia. Durante la mañana, la temperatura se elevó por encima de los 35ºC, y diversas áreas de tormentas comenzaban a activarse en la llanura Pampeana.
La humedad relativa era alta, y en las primeras horas el pueblo de San Justo fue testigo de algunos chaparrones y lluvias de corta duración. Cerca del mediodía, ya se veían pasar enormes torrecumulos, o Cumulos Congestus, clara evidencia de la inestabilidad del ambiente. Además, la   presión atmosférica era muy baja, lo que contribuyó mucho al momento del desarrollo de la supercelula.  
A las 14 hs, la Supercelula que se formó sobre el centro de Santa Fe sembró la destruccion y el caos en un pueblo de nada más que 12700 habitantes. Según testigos, el tornado tocó tierra en las inmediaciones de las vias del ferrocarril General Belgrano y se desplazó 1,5 km devastando todo a su paso. En una laguna que se encuentra cerca de la ciudad, el embudo succionó casi toda el agua debido a la extrema violencia con la que se formó. 
El tornado tenía un ancho que oscilaba entre 1 km y 500 metros, y soló tardó 7 minutos en cambiar la historia de San Justo para siempre. El tornado cambió de color durante su desarrollo, comenzando con un tono violáceo para despues (tras haber destruido la mitad del pueblo) tornarse rojo debido a los escombros. Entre los daños que dejó, los que más marcaron a los vecinos fueron los siguientes:
Un automóvil que se encontraba estacionado frente a un hotel apareció convertido en chatarra sin motor a 300 m, y otros vehículos por la presión del viento se encontraron totalmente destruidos e irreconocibles: un remolque con piso metálico había sido sepultado en una zanja de 2 m de profundidad; un carro para reparto de soda, luego de ser arrojado 300 m de donde se encontraba, golpeo contra una casa de dos plantas, en tanto el caballo que lo remolcaba quedo sobre la copa destrozada de un eucalipto.   
 También se vio girar, según testigos, camiones con acoplados, uno de los cuales después de sortear varias casas cayó en el fondo de una huerta. En el tornado se veían también objetos extraños, mientras que una casa de material desapareció desde sus cimientos, pues solo quedó el terreno limpio.
En una concesionaria de tractores y máquinas agrícolas, cuyos dueños fueron a ver el estado del inmueble, se encontraron a los tractores en un bosque a 500 m de la concesionaria, eran vehículos 0 km que resultaban irreconocibles, algunos estaban sin ruedas, sin motor, etc.  
Muchas de las construcciones quedaron literalmente arrasadas, puesto que los restos se encontraron a 500 metros de su lugar original y en otros casos lo único que quedó fijo al suelo fueron no mas de 40 cm de pared.       Un testimonio de un sobreviviente:   "A las 13.45 le dije a mi suegra que nunca había visto el tiempo así con nubes blancas, era algo parecido al remanso del río. En realidad, se estaba formando el tornado". Era el preanuncio del devastador meteoro que con lujo de detalles Horacio Escobar tiene grabado en su memoria y que arrancó 50 vidas sanjustinas e hirió a otras 500 el 10 de enero de 1973.
Horacio Escobar tenía 22 años en 1973 y era empleado en San Justo del entonces Banco Provincial de Santa Fe. Eran las 13.55 de aquel abrasador 10 de enero y concluía su jornada laboral. "Salgo del banco y el tiempo estaba muy caluroso, por momentos salía el sol y enseguida se nublaba.
Cayeron unas gotas, y luego de ir a mi casa donde vivía con mi mamá, fui a lo de mi novia que hoy es mi señora.
Para ese entonces teníamos todos los muebles comprados para casarnos".
"A las 13.45 le dije a mi suegra que nunca había visto el tiempo así con nubes blancas, era algo parecido al remanso del río. En realidad, se estaba formando el tornado", confesó a El Litoral. Era el preanuncio del devastador meteoro que con lujo de detalles Horacio Escobar tiene grabado en su memoria y que arrancó 50 vidas sanjustinas e hirió a otras 500.
El indomable fenómeno climático levantó vacas que luego eran azotadas literalmente contra el suelo, y en su derrotero destructivo, pasó frente al cementerio.
Luego se dirigió cerca de la vía del ferrocarril donde todavía hay una planta de silos -en ese momento estaban totalmente cargados- y si bien el tornado no los impactó tomó por el costado de la Ruta Nacional 11, y se orientó hacia el este, abarcando un ancho de 250 metros, y arrasó con todo lo que encontró en su camino.
Para los especialistas en meteorología, los fuertes vientos y los objetos levantados por las ráfagas representan el mayor peligro durante los poderosos torbellinos.

Enorme tirabuzón


Un tornado es un torbellino violento que se extiende desde las nubes hasta la superficie terrestre. Se desplaza rápidamente y sus vientos pueden alcanzar velocidades de 400 km por hora o más, cambian de dirección en forma errática y causan enormes daños. La fuerza más destructiva de los tornados está en el embudo.
Al desplazarse rápidamente hacia arriba en espiral, succionan casas, árboles y puede elevar objetos tan pesados como un auto o una vaca. Se originan en una masa de aire caliente, al chocar con un frente frío, forman una poderosa tormenta y crean las condiciones propicias para ese tipo de meteoros. Al elevarse el aire caliente por el embudo, el aire frío que se encuentra alrededor ocupa el vacío.
Esto provoca un torbellino que moviliza con enorme fuerza el aire hacia el centro del meteoro. En principio se observa una rotación de 3 a 9 kilómetros de diámetro en las nubes, luego la punta de un embudo que sale y al ganar fuerza, un torbellino que se extiende hasta el suelo.
Horacio todavía no comprende cómo en una laguna ubicada 5 km al norte de San Justo, el tornado cavó una enorme fosa y esparció el barro contra las indefensas viviendas. Escobar perdió la casa materna."Sólo quedaron 40 cm de pared", cuenta con resignación pero respira aliviado porque en su caso las pérdidas fueron materiales, aunque la odisea que vivió fue dramática.
"Cuando empieza el viento le digo a mi novia: yo me voy, pero ella me dice: `Esperá que pase la tormenta'. Entonces me asomé por la ventana y vi pasar un arado que iba volando por el aire como un avioncito de papel". Esa visión que parecía irreal lo dejó perplejo e hizo que le grite a su novia para que avise a sus padres porque "esto era un desastre. Enseguida se voló el techo y después nos amuchamos en una habitación de al lado.
Fueron décimas de segundo", relató consternado.
"Después sentí golpes y no sabía adónde estaba. Las paredes estaban en el suelo. Levanté la cabeza y estaba en la vereda junto a un tejido artístico del tapial, me arrastro hacia donde había una ventana caída y seguían cayendo cosas por lo que metí la cabeza debajo de esa abertura".

Panorama estremecedor

"Cuando no siento más ruidos comienzo a buscar una explicación y recuerdo que estaba con la familia de mis suegros. Me abro paso y encuentro a mi suegro debajo de una viga, un tirante y ladrillos encima. Tenía un corte en la nariz, pero la madera lo sostenía.
Lo recosté sobre la pared que quedaba y me decía: `Llevame adentro', él todavía no se había dado cuenta de la tragedia que pasó".
La desesperada búsqueda continuó y así encontró a su suegra sana y salva refugiada debajo de una pequeña mesa de madera.
"Le pregunté por mi novia y me dijo: `No sé'.
Comencé a buscarla y la encontré a unos 3 metros tapada de escombros y ella pensaba que estaba muerta, quería taparla con una chapa. "La reanimé y le golpeé en la cara y reaccionó inmediatamente porque estaba desvanecida. Tenía una fractura en la clavícula, cortes en la cabeza y golpes en todo el cuerpo", precisó.
Sin embargo, el protagonista de esta historia con final feliz iba perdiendo lentamente sus fuerzas porque tenía un profundo corte en la espalda -debajo del hombro izquierdo-. Fue entonces que se refugiaron en el galponcito de un vecino hasta que paró la lluvia.
"El agua no corría por los obstáculos que representaban los escombros y yo llamaba a un vecino, Juan Carlos Morán: dame una mano que estoy golpeado, le decía". La voz de Horacio no tenía fuerzas y a su alrededor todo era desolación. Morán quería auxiliarlo pero la impotencia le impedía mover sus piernas. Lo socorrieron con una renoleta hasta llevarlo a la Clínica Modelo de San Justo. De inmediato llegó el grueso de ambulancias, y se sucedieron escenas desgarradoras, médicos y enfermeras que corrían.
"Fui uno de los primeros que llegué. Me senté en la puerta y era impresionante la gente y la cantidad de sangre que corría por el piso. A los 20 minutos que estaba en el sanatorio arribó don Héctor Genero, gerente del banco y algunos compañeros". "Lo vamos a revisar pero parece que no es grave su herida', me dijo el doctor Edgardo García. Estuve 12 días vendado desde el cuello hasta la mitad de la cintura y a mi mamá recién pude verla a los tres meses porque la llevaron a Santa Fe para brindarle atención médica".
Reconoce que se pone muy nervioso cuando las condiciones climáticas son adversas pero da gracias a Dios "porque no perdí ningún ser querido y solamente resigné cosas materiales". Horacio Escobar carga sobre su espalda al igual que otras tantas familias de San Justo con el desgraciado recuerdo de aquel devastador tornado que enlutó a toda una ciudad.

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